Uno de los principales retos del urbanismo del siglo XXI es garantizar la sostenibilidad y al mismo tiempo la calidad de vida de las personas. Fruto de ello ha nacido el concepto de smartcity, tal y como comentaba Santiago Blanco en un post anterior. Muy relacionado con este concepto y el de Smart Grid, está el de Smart Building.

Hasta ahora los edificios han sido entes individuales en los que no se consideraba el impacto que los mismos podían tener sobre la red eléctrica y el medio ambiente mundial. Ahora bien, los edificios del futuro conectarán los distintos componentes de una manera integrada, dinámica y funcional, permitiendo reducir al mínimo el costo de energía, mitigando el impacto ambiental y dando lugar a una red eléctrica más robusta.

Con estos objetivos, los edificios inteligentes utilizarán las tecnologías de la información para conectar una variedad de subsistemas, que normalmente operan de manera independiente, con objeto de que estos sistemas puedan compartir la información para optimizar el rendimiento total del edificio y de la red.

En la actualidad, los edificios modernos contienen complejos dispositivos mecánicos, sofisticados sistemas de control y una serie de características para mejorar la seguridad, la comodidad y la productividad de los ocupantes. Los edificios inteligentes permitirán la conectividad entre todos estos equipos y sistemas del edificio, así como la interacción con los usuarios del mismo, poniendo a su disposición herramientas intuitivas para la gestión y control y proporcionando más confort, y más seguridad con menos dinero, menos energía, y un menor impacto ambiental, gracias a un funcionamiento optimizado y una mayor eficacia.

Los edificios inteligentes pueden comportar numerosas ventajas que contribuirán a optimizar el consumo energético, ahorrar costes y conseguir un medioambiente más sostenible, entre ellas:

  • Consumo de energía dinámico. Será posible alterar el consumo de energía en función de los datos recibidos del mercado eléctrico, consiguiendo así la energía al menor costo posible, e incluso generando ingresos mediante la venta de reducciones de carga a la red, convirtiendo a los edificios en “generadores de energía virtuales”.

  • Optimización de los equipos de ventilación y refrigeración. El modelado dinámico de cargas permitirá que el sistema pueda proporcionar el nivel de confort deseado al menor coste.

  • Mantenimiento proactivo de los equipos. Los algoritmos de análisis detectarán problemas en el rendimiento de los mismos antes de que causen interrupciones costosas.

  • Gestión de patrones de ocupación. La colocación de sensores en los edificios, así como el uso de otros elementos, permitirá adaptar el consumo en función del nivel de ocupación del mismo, con lo cual se consumirán menos recursos y el costo será menor.

  • Establecimiento de políticas. Los operadores del sector energético y los reguladores podrán utilizar los numerosos datos que estarán disponibles, aprovechando la conexión entre los diferentes sistemas, para alcanzar nuevos niveles de eficiencia, así como para establecer las políticas energéticas adecuadas para contribuir a un medioambiente sostenible.

Por todo ello, estos edificios serán un componente clave en un futuro próximo en el que las tecnologías de la información tendrán un papel fundamental con objeto de disponer de una economía robusta y de bajas emisiones de carbono.

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